11.6.20

Las obras del amor

Escritor: Søren Kierkegaard 
País: Dinamarca 
Año: 1847 
Género: Filosofía, religión 

Frase inicial: 
"Estas meditaciones cristianas, que son fruto de mucha deliberación, quisieran ser comprendidas con lentitud, para serlo también con facilidad, en tanto que seguramente resultarán muy difíciles para aquel que, mediante una lectura superficial y curiosa, las haga muy difíciles."

Esta obra del filósofo danés entra en lo que él llamó el estadio religioso. Lo presentado se da en el modo de texto edificante, una meditación que intenta abordar lo propio de la interioridad y que debe ser leída apartándose del pensamiento que sigue el mundo de la temporalidad o el pensamiento de lo finito.

De manera regular nuestro pensamiento se enfoca en las cosas en tanto que elementos finitos, de hecho es en lo único en lo que la razón calculadora, o la narrativa de lo evidente ante los ojos, puede enfocarse. Sólo podemos pensar en lo finito, sólo podemos referirnos a lo delimitado, pero quedarnos sólo ahí es destinarnos un camino a la desesperación —si acaso nos llegáramos a cuestionar algo— o sentenciarnos a la búsqueda insaciable de la inmediatez que es tanto como vivir ciegos. Para salir de la inmediatez habremos de comenzar a cuestionar, para salir de la desesperación hemos de aprender a confiar, hemos de amar.

Amor, en este texto de Kierkegaard, es Dios en un sentido absoluto y por tanto inaprehendible. En el amor se mueve y es la existencia y por tanto, toda separación de Dios es una separación aparente llevada acabo por la mente que no comprende de lo no-finito. El amor es la apertura o vacuidad que posibilita lo que es, es el espacio en el que es posible la obra. Las obras de amor son las obras del hombre conforme a su participación en el amor. El amor no actúa pues no se separa de sí mismo. 

Ahora bien, Kierkegaard parte de Corintios 13 y hace un ejercicio de profundización sobre las implicaciones de lo que ahí se asevera. De ahí que el formato sea un texto edificante. Pero no se pretenda encontrar aquí una interpretación directa que pretenda adoctrinar sobre el comportamiento desde y para el mundo de las cosas. Aquí se habla desde otra forma comprensión: la experiencia intuida de la vacuidad en la que se mueve la existencia, es decir, de cara a la eternidad —Kierkegaard diría, quedarse a solas con Dios—.

El amor, Dios, existe no como las cosas sino como fondo en el cual pueden existir las cosas. Desde esta afirmación es como Kierkegaard entiende el ser cristiano y por tanto, va en contra de los llamados cristianos de su época y de todos los que hablan de Dios sin ser capaces de intimar consigo mismos de manera espiritual.

Lo importante no es la obra sino el modo desde dónde se realiza la obra y el modo en cómo se realiza ésta.