1.4.19

Cuatro cuartetos

Escritor: T. S. Eliot 
País: UK 
Año: 1941 
Género: Poesía 

La poesía no es un género en el que me sienta a gusto porque tengo necesidad de claridad. Dicen algunos poetas que los poemas no puede explicarse, que el lector debe esperar a que algo se le presente, a que el poema le hable. No sé si esperar sin más sea la palabra adecuada. No por quedarse con el poema algo va a aparecer de repente. La espera es más bien una espera activa. El lector necesita experiencias y necesita muchas lecturas.

Que los poemas de T.S. Eliot que aparecen en este libro me hablaran, me requirió todo lo que tengo de vida. Aún no me habla cada verso, pero ya los que me hablan me dicen mucho y se me encogen las tripas de la emoción.

Termina el habla
y vuelven al silencio las palabras 

Tres poetas del exceso

Autor: Amador Vega 
Género: Ensayo 
País: España 
Año: 2011 

Frase inicial: 
"Los tres autores aquí reunidos, a pesar de su distancia en el tiempo, parecen tener una misma vocación: crear un lenguaje que escape a toda pretensión interpretativa."

Como sucede, no sólo con los poetas sino también con los filósofos que se han animado, siguiendo una necesidad a la que difícilmente se le puede prestar oídos sordos, a aventurarse a la experiencia originaria de la que no se puede esperar nada y sin embargo se recibe todo, nada de ellos puede ser extraído, nos dice Amador Vega, sin que con ello se le despoje de su tierra en todo intento de trasladar lo evocado a conceptos. ¿Qué quiere decir esto?

Poetas, místicos, filósofos que han encontrado en el mundo de los conceptos, de lo que puede ser explicado o referenciado y revivido, sólo un lugar estéril donde nada puede crecer en sí mismo, han transitado solos hacia el encuentro con lo profundo donde lo que es, es verdaderamente lo que es y donde lo que es no es aparte de aquel que transita entre ello. Esa experiencia, de nada, o que es así, sin más, se niega a abandonar la tierra de donde nace y desaparece tan pronto se quiere hablar de ella… y, sin embargo, ellos, los que transitan, hablan con y desde ahí, pero lo que dicen usa el lenguaje de ese no-lugar.

Quien no ha caminado hacia allá, pero está llamado, percibe en las palabras algo misterioso y atrayente. Algo se dice, pero no se sabe qué. Quien ha caminado ese camino al que siempre se va en soledad, recuerda en la palabra del poeta, del místico o del filósofo aquello que ha vivido, y le añora, y siente nostalgia.

Eckhart, un dominico del medioevo, juzgado por herejía. Silesius, germano como Eckhart pero cuatro siglos después, deja poemas religiosos que impactaran a filósofos como Kierkegaard y Heidegger. Celan, con su propia historia con Heidegger —en tanto judío-alemán del siglo XX—, golpeado por la guerra, nos deja un dolor más allá de toda palabra que sólo alcanza al lector cuando se cruza con su propio destino —siguiendo a Vega—.

Cada uno de los poemas de estos poetas que reúne Vega, son un encuentro. No es que sean un puente, una llave mágica, sino que en ellos mismos se abre el encuentro del lector consigo mismo. El encuentro es dinámico, atrae y empuja, diferencia y congrega. El movimiento es El movimiento.

Al que transita solo, le faltan respuestas y por ello camina. De nada sirven las respuestas de los demás, nada de lo que puedan decir le rescata. El que transita solo pasa a través del enmudecimiento y sólo así vuelve a la luz del día. El que transita renuncia a su tradición de letanías repetitivas, el que transita atraviesa el lenguaje de la precisión y la denotación para encontrarse con el lenguaje mismo.