13.1.17

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Escritor: Naomi Klein 
Año: 2000 
País: Canadá 
Género: Ensayo 

Frase inicial: 
"Si inclino la cabeza, entorno el ojo derecho, cierro el izquierdo y miro a través de la ventana en dirección al lago, veo el año 1932."

Pese a que el libro tiene una prosa ligera y no requiere de gran concentración, me costó mucho más de lo que esperaba acabarlo. Me costó trabajo porque la realidad es cruda pese a todos los sentidos con que la revistamos para hacerla más llevadera. Por cierto que muchos de esos sentidos son construidos mediante las imágenes infladas de las marcas que consumimos y que consumen a los menos favorecidos y al planeta. La satisfacción de poseer algo de marca, nos hace ver Klein, está ligado a la esclavitud y a la explotación de los recursos naturales que cada vez son menos y son privatizados para el uso de quienes puede pagar por ellos; no importa si vives en un lugar rico, nada de eso es tuyo sino de las empresas que controlan las decisiones políticas del mundo.

La investigación es extensa, enfocada a las marcas norteamericanas que más en entredicho se han encontrado por el empleo de trabajo esclavo y por la poca responsabilidad para con el medio ambiente que explotan. Las marcas han llegado a tener mayor poder que los gobiernos de los países tercermundistas de quienes se sirven para mantener en alza sus ganancias, los gobiernos ya no ven por su pueblo sino por las marcas que les estrangulan con su poder económico.

El poder económico de las marcas no conoce límites, no quiere saber de ellos sino de cómo ganar cada vez más y ese poder lo fomentamos los consumidores. Economía y ética parecen ser irreconciliables porque la economía no ha querido saber del sentido de la suficiencia y se ha montado más bien en el gigantismo, en su acrecentamiento continuo. Hemos caído en la trampa del significado que nos brindan las marcas, mediante ellas nos queremos hacer de los sueños que ellas construyen mediante su elaborada publicidad, queremos hacer de los sueños de otros nuestros sueños. ¿Por qué necesitamos del sentido que ofrecen las marcas? ¿Por qué nos sentimos tan vacíos?

Pero este hacernos de sentido va más allá de las marcas corporativas. También cuando nos proclamamos ser de determinado grupo (como el ser anarquistas o frikis o hipsters o cualquier otra tribu) estamos adquiriendo su sentido, estamos construyendo de nosotros una propia marca, perfilando nuestras adquisiciones, para "verdernos" o proclamarnos como "alguien" distinguible e interpretable frente a los otros.