22.8.17

De la esencia de la verdad

Autor: Martin Heidegger 
País: Alemania 
Año: 1930 
Género: Ensayo 

Frase inicial: 
"Vamos a hablar de la esencia de la verdad." 

En definitiva es un texto que debe leerse después de Ser y tiempo y antes de proseguir con cualquier texto del llamado segundo Heidegger.

En Ser y tiempo la cuestión era la pregunta por el "la diferencia ontológica entre el ser y el ente", luego se transformó en la pregunta por el "sentido del ser" pero preguntar por un sentido remitía nuevamente a la metafísica, ahora se trata de la "verdad del ser", es decir, del ser como posibilitador —al mostrar sustrayéndose— de la metafísica.

Heidegger partirá de lo que entendemos corrientemente por verdad, esto es verdad como adecuación: cosa y enunciado concuerdan. Esta verdad no deja ser al ente, es decir, no es una verdad abierta sino más bien una verdad cerrada a lo ya conocido. Sin embargo, este tipo de verdad es posible porque el ser-ahí se detiene en lo abierto, es decir, se enfoca en lo que le aparece y al hacerlo la totalidad de lo ente se oculta. El Dasein debe encubrir ese ocultamiento de la totalidad de lo ente para poder detenerse en aquello que se le presenta respondiendo así a su necesidad. Al hacer esto de manera regular, el hombre va de obviedad en obviedad (de lo ya conocido a lo ya conocido) en una suerte de errar que ya ni si quiera deja ser al ente lo que es, pues sólo busca en lo ente la concordancia con lo conocido (el enunciado).

La esencia de la verdad es la libertad. La libertad sólo puede ser esencia de la verdad como desocultamiento, no así como adecuación. La verdad como adecuación está constreñida a lo conocido, a la subjetividad. La verdad como desocultamiento es a la vez no-verdad como ocultamiento. Verdad y no-verdad pertenecen a la esencia de la verdad, lo que se desoculta puede mostrarse gracias a que todo lo demás se oculta. Sólo vemos aquello que viene al claro, esa es la más grande donación, pues si no se ocultara el ser del ente en su totalidad no podríamos aprehender nada. El claro es como el foco de una cámara que desatiende todo aquello que está fuera del foco, pero que no por eso no es nada, pero a la vez actúa como carnada para un pez o como farol para una mariposa.

Entonces pienso que el hombre sólo sería libre si se diera cuenta que ese claro/carnada/farol no lo es todo, que aquello que queda fuera del foco, oculto puede experimentarlo como parte de la esencia de la verdad, es decir, como misterio que no tiene por qué aclarar.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario